Después de un año sabático dedicado a criar a sus dos maravillosos hijos, se dio cuenta de que el marketing no era lo suyo y decidió inscribirse tras un impulso repentino de la noche anterior, a estudiar magisterio. Para ser maestra algún día.
Al día siguiente del diagnóstico, tras escuchar el tremendo “uno de los dos tiene que dejarlo todo durante un año para estar a su lado”, Eva llamó a la facultad para comentarles que se daba de baja durante el año.
Pasaron las semanas, comenzamos a digerir algo que todavía no hemos terminado del todo. Pasó el mes del hospital, conversaciones por teléfono a distancia entre los dos, momentos fugaces de comidas en restaurantes a 20 minutos para poder vernos, mirarnos, llorar y escucharnos. Y antes de salir del primer mes del hospital, Eva decidió volver a llamar a la Universidad para retraerse de lo dicho y matricularse cuatro asignaturas. No por el hecho de la perseverancia de sacarlo adelante, sino por lo importante que era saber que podía tener algo para mantenerle la cabeza ocupada.
Y lo hizo, ya lo creo que lo hizo. Entre visitas una semana si otra no al hospital, punciones de medula, intratecales, se sacó las cuatro asignaturas con sabor a jeringuillas, batas, neutrófilos y metotrexate.
El cuidado recibido por parte del colegio de los niños, el cariño, la preocupación y la sensibilidad con nuestra situación no tienen de vuelta suficientes palabras de agradecimiento. Llegaba el verano, Martina pasaba a primaria rodeada de amor y cargada de la fuerza que le dieron en infantil, Rosana, Leti… sus maestras del alma… en un año tan complicado como el que le había tocado vivir. Y Guzmán, poco a poco tomaba su relevo en infantil con el increíble regalo de heredar a sus maestras.
Empezaba un año (para mi los años siempre han sido los escolares) en el que dividiríamos el tiempo de Guzmán entre visitas al hospital para la quimio de turno, el cole con su timidez adquirida entre adultos y jeringuillas, y casa con mamá y la abuela. Cansadito y sin demasiadas fuerzas.
Y mientras tanto, Eva arrancaba, su último curso de magisterio. Madre mía con lo que habíamos vivido… Entre algún día de dudas viendo el final de ese trayecto y su marcada autoexigencia, (aquello que no era matrícula le parecia insuficiente) fueron pasando los días, las semanas, y los meses, y Guzmán ya sólo iba los martes al hospital para regularle la medicación y sus fuerzas poquito a poco creciendo.
Y llegaron las prácticas en un cole y el destino hizo que terminase sus últimas prácticas en de los niños. Dudas, y más dudas, indirectas y directas. Exámenes, notas. Y aprobada y titulada de magisterio con creces…
Y entonces surgió…
– “Eva, ¿a ti que te parecería trabajar en el colegio el año que vien?”
– “qqqqquuu?”
– “siendo la profe de los de primero deprimaria”………………………
Hoy han pasado cinco años desde que Eva decidió tomar una excedencia, cuatro desde que se decidió matricular de magisterio, y casi dos desde que Guzmán fue diagnosticado (ahí está el campeón, casi llegando). Y ayer 11 de Septiembre del 2012, un día después de que Martina haya empezado segundo de primaria, y un día antes de que Guzmán vaya a empezar su curso de infantil después de la energía recogida en verano, Rosana, ese ángel que nos ha acompañado en este camino, ha presentado a Eva como la nueva profesora de primaria a todos los niños del colegio.
Y hoy, cuando Eva estaba allí arriba, en ese escenario que llevaba tiempo esperándola, e iba diciendo los nombres de los niños uno a uno y estos pasaban y le daban una flor ha sido la segunda vez.
Después de aquella primera en aquella noche de hace ya cuatro años en la que decidió matricularse, ella estaba allí, de pie, pausada, con la mirada profundamente tranquila y conectada. Conectada a la vez a la tierra y al cielo, rellenando los huecos de las entrañas que faltaban por completar, como si siempre hubiese tenido una maestra dentro que llevaba años, décadas, siglos, buscando el camino y tratando de llegar allí.
Enhorabuena Eva. No puedo expresar con palabras el orgullo, la admiración, el amor tan profundo que siento por ti y mucho más intenso que es en un momento como el de ayer en el que las lágrimas no han dejado de brotarme en cada segundo en el que tu recuerdo me ha hecho volver a conectar.