Me gusta pensar en imposibles. Y me gusta pensar que son posibles.
Me gusta pensar en que existe una conexión mágica por encima de todos que abre círculos y los va cerrando a su antojo.
Me gusta pensar en la sonrisa de Eva, en la risa de Martina y en la carcajada de Guzmán.
Me gusta pensar en que somos buenos por naturaleza. En que la vida hay que vivirla a lo ancho y no a lo largo.
Me gusta pensar en mis amigos. En los que convierten una cerveza y una charla en una inmersión a un océano increíble.
Me gusta pensar en que yo también puedo hacer bien a otros.
Me gusta pensar en anuncios. En olores, en sabores, en colores…
Me gusta pensar en un músico que el fin de semana pasado tocaba el Valls de Amélie con un acordeón en la Plaza del 2 de Mayo.
Me gusta pensar en proyectos. En ideas que pueden poner cimientos para construir algo mejor alrededor. Me gusta pensar en gente que lo hace todos los días.
Me gusta pensar en minúsculas. Minúsculas que son esdrújulas y que son capaces de mover el universo un par de grados. Los suficientes para cambiar su rumbo. caléndula, príncipe, transatlántico, júpiter, acústica, oxígeno…
Me gusta pensar qué quiero ser de mayor. Me gusta pensar en Eva siendo maestra. Me gusta pensar en sus alumnos mirándola ahí, de pie, a su MAESTRA, con MAYUSCULAS.
Me gusta pensar en leerme estas vacaciones el cuarto volumen de Juego de Tronos.
Me gusta pensar en que algún día muchas de las que hoy conocemos como enfermedades malignas, no tendrán el menor significado.
Pero por encima de todo, me gusta pensar en Guzmán curado al final de este camino, sin nada más que pensar.
Feliz Semana Santa a todos. Y pensad sólo en lo que os gusta.