Ayer dejamos de darle Urbasón a Guzmán, última y definitivamente.
Y el desde ayer está feliz, contento, sin dolor de tripa, y con alegría a raudales.
Y así, aunque más despacito, es fácil seguir su senda.
Hoy volvemos a coger fuerzas para defender lo que por derecho es nuestro y nos hemos ganado: alegría y más alegría.
Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivasdefender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticosdefender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academiasdefender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegresdefender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risadefender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
Mario Benedetti