Llevamos una semana de corticoides y… uff… menos mal que es la penúltima (dice uno mientras cruza los dedos).
Lo peor es que a media mañana del día siguiente nos desconcierta viniéndose arriba queriendo hacer planes.
El sábado salimos al campo a buscar setas, y como llegamos un poco tarde, nos pusimos a comer nada más llegar… y claro, después de comer: Switch Off. “Me quiero ir a casa”.
El domingo, como yo tuve que currar, la pobre Eva se lo llevó a un cumple de una amiga de Martina, y lo pasó fatal, y lo peor es también esa sensación que me contaba Eva de no sentirte comprendido porque muy poca gente sabía qué estaba pasando. Y a uno, a estas alturas, tampoco le apetece contar la historia entera a todo el mundo.
Y ayer, convencidos de no salir, cancelamos el plan de ir a ver a unos amigos a la hora de comer, pero Guzmancete se volvió a venir arriba a media mañana, y con su hermana, fabricó un regalo a su amigo Bruno, y dijo que quería ir a dárselo. Total, que fueron a verles, y estuvo bien un buen rato, montando en bici, subiendo a columpios, y de repente… ploff, el conejito deja de tocar el tambor. Y de vuelta a casa en el coche, entre agotado y cabreado, se puso a decir: “Teníamos que estar en casa!!!” que seguramente en nuestro idioma es “Si ya lo sabía yo, no teníamos que haber salido”…
———–
Casita para Bruno en 10 pasos
(Idea de Martina y Guzmán)
1.- Martina corre al cubo de basura de reciclaje. Coge un brick de leche. Y una caja de palomitas de cartón. (Por supuesto ambas ecológicas)
3.- Recortan puertas y ventanas.