El otro día, tomando una caña con una gran amiga, caí en una reflexión que creo que es una buena explicación sobre mi estado de ánimo.
Cada vez que alguien me pregunta sobre el peque, mi frase es “hoy bien”. Y lo hago por guardar el equilibrio de ser consciente que estamos en un proceso de prevención, no de curación progresiva. Es decir, como nos comenta nuestro oncólogo, estamos empezando, o lo que es lo mismo, la estadística no ha variado desde el día uno hasta hoy, ni lo va a hacer de forma significativa hasta que terminemos el tratamiento.
Y hablando con ella de este tema me comentaba que cuando me preguntaba por Guzmán me veía con demasiada conciencia sobre el tema.
Y fue justo de eso de lo que me di cuenta, que esa conciencia desde el primer día sobre lo volátil que es la vida es lo que me hace que aproveche y disfrute de ese milisegundo cuando estoy con él. Evidentemente, y según la rutina de la normalidad se va asentando, no todo es estar desfasando y riendo por las esquinas. Pero nunca había apreciado tanto las sonrisas y los buenos momentos con mis hijos y con Eva como hasta ahora.
Es curioso ese equilibrio, ¿no?. Vivir a la vez el sentimiento al que te lleva la conciencia sobre la gravedad de la enfermedad de tu hijo y la felicidad de disfrutar intensamente de cada segundo que puedo… No me gusta llegar a la conclusión de que un sentimiento necesita del otro para existir… pero por ahí dicen que no hay Yin sin Yan, y se debe de tratar de algo así.
Mucha energía positiva en esta semana que empieza. Nosotros el martes tenemos UCI y seguro que va a ir fenomenal.