Manual de instrucciones.

Estaría bien que al comenzar estos procesos, a los padres o personas a cargo, nos dieran un manual de instrucciones.

Ya nos han dado el protocolo a seguir durante los dos próximos años, que serían quizás los epígrafes «Puesta en Marcha, Funcionamiento y Uso». También sabemos sobre el «Servicio Técnico» y dónde acudir cuando haya algún problema… Pero me refiero a esas partes de un manual de instrucciones de una lavadora tan prácticos que contienen qué hacer ante determinadas situaciones, o una sección tan habitual como «Preguntas Frecuentes» y cómo responderlas.
Si ese manual hubiera existido, igual ayer no nos habríamos quedado bloqueados cuando Guzmán nos preguntó: «¿A que no estoy malito mamá?»
Un: «si pero te vas a poner bueno pronto», quizás implique que él, que no se cree enfermo, de repente piense que lo está y eso le haga sentirse inseguro, con miedo y quizás ese sentimiento no le haga ningún bien.
Un: «no, por supuesto que no», es lo que me gustaría decirle, porque soy de esas personas que creen que las palabras positivas generan, a él y en este caso a mi también, pensamientos positivos y estos sin duda, energía positiva para curarle cada día un poquito más… Pero cómo le explicamos que tenemos que seguir yendo todas las semanas al hospital, que le claven una aguja en el pecho cada martes o que nos hospitalicen una semana sí otra no… Acabará pensando que le he mentido… ufff que lío…
Un: «no claro que no, y vamos al hospital a ver al doctor para que no te vuelvas a poner malito», fue lo único sensato y positivo que me salió.
Quizás si ese manual hubiera existido, y esa pregunta hubiera estado ahí, la respuesta hubiese sido:
«¡Y un pimiento, Guzmán, tú no estás malito!», con esa dosis de humor necesaria que, sin duda, le hubiera hecho reír. Lo cual, por un lado, es curativo y, por otro, nos ayuda a llevar todo esto de una forma bastante más liviana.

Hoy nos vemos a las 22:30. Todos juntos. Todos con Guzmán. Gracias.

Borrador sin métrica.

Borra los susurros de la mente,
los demonios que se asoman,
los oscuros pasajeros.
Borra las sonrisas forzadas,
los surcos de las lágrimas
que se marcan en la cara,
y los fantasmas que nunca vienen de frente.
Borra las nubes oscuras,
la tristeza perenne,
el amargo sabor de verte, en un futuro, ausente.
Borra las miradas huidizas,
las voces cobardes,
Y por encima de todo, el miedo a perderte.
Cada sonrisa tuya es como un borrador sin métrica
que llega sin avisar,
sin orden ni concierto,
que me sacude salvajemente
y zarandea mis pensamientos.
Que borra mis miedos,
dibuja esperanza,
y me hace vivir en presente.

Doping

Hoy hemos ido al hospital porque nos tenían que ingresar para el segundo ciclo de Metotrexato y Mercaptopurina.
Total que hemos llegado, le han hecho la analítica como siempre y… hemoglobina y plaquetas por debajo de los límites. No nos podemos quedar y transfusión que te crió en vena, que nos ha hecho quedarnos toda la tarde en esa habitación pseudo-StarTrek. No es grave, es algo normal en este proceso, sólo que te pilla por sorpresa asumir que te acaban de regalar una semana extra que se suma a este camino. Pero en fin… es lo que es y nada más.
Tratando de buscar el lado positivo de todo esto, me quedo con el doping que le ha supuesto la transfusión y sus efectos: Guzmán cantando durante treinta minutos poniendo voz de “Castrato” en español y en inglés, descojonado contando chistes en el asiento trasero del coche “Papa… eeeeeehhh… ¡¡¡Peeedete!!!… Ja ja ja ja ja ja”, o rebotando contra las paredes desde que hemos salido del hospital de la sobreexcitación que llevaba… Impresionante…

Reiki I

Una de las primeras veces que escuché sobre Reiki fue hace mucho tiempo en boca de la que hoy es mi cuñada Encarna, entonces amiga y compañera de viajes, y recuerdo el hormigueo y la curiosidad que me despertó en aquel momento. Fue una sensación como de… “esto lo tengo que probar en algún momento de mi vida, no se cuándo, pero en algún momento”.
Desde que comenzamos este camino de búsqueda, mejora y aprendizaje con Guzmán, hemos empezado a buscar y a encontrar complementos a su protocolo que le ayuden a mejorar este proceso, a llevarlo mejor, a que tenga menos efectos secundarios y a que todos los que estamos a su alrededor aprovechemos estas aportaciones para nuestras propias vidas.
Dentro de toda esta corriente positiva, apareció la iniciativa de Encarna en su día de “Nos vemos los viernes a las 22:30”, y a partir de ella ha sido bastante recurrente la aparición del Reiki como sugerencia para ayudar a Guzmán en su proceso. Y eso me hizo conectar con esa sensación latente, que tuve cuando conocí a Encarna, y su despertar que parecía llamar a la puerta.
Así que investigando y buceando sobre el tema, empezamos a descubrir que el Reiki es una terapia que trabaja con la Energía Universal (llamada de muchas maneras, Divina, Chi, qi, Amor universal…) para canalizarla y dirigirla y con esto mejorar procesos de enfermedades trabajando en las personas tanto en el plano físico, como el emocional y el espiritual, los cuales están íntimamente relacionados.
Dimos con bastante info en Internet, vimos y escuchamos cómo se usa ya en Oncología en muchos hospitales, y nos contaron cómo en muchos de ellos hay enfermeras y voluntarios que lo hacen con enfermos de cancer, o con la quimio para reducir sus efectos secundarios.

Como en el hospital de Guzmán no lo hacían, decidí hacer el curso Reiki I en el lugar al que mi estómago más me pedía ir. La Fundación Sauce, gran responsable, gracias a la labor de John Curtin, de que a día de hoy el Reiki esté llegando a hospitales y a mucha gente a la que le está ayudando en sus procesos vitales. Tiene una web (www.sanacionysalud.com) con un contenido muy profundo en el que además de informar sobre aspectos básicos del Reiki, recoge una extensa documentación a nivel internacional de estudios, su difusión en el mundo médico, en otros países… muy práctica para salvar frenos propios y ajenos.
De todas las traducciones de esa Energía Universal de la que habla el Reiki, me quedo con una, la del Amor Universal, ese motor sanador que este blog está activando y generando alrededor de Guzmán y de todos nosotros.
Llevamos practicando Reiki desde el lunes con la esperanza y la fe de que contribuya con su granito de arena a que todo esto vaya o, mejor dicho, siga yendo, por el camino positivo de la vida. Con que nos aporte 0,01 mg más de este amor que sólo nos hace estar agradecidos, ya estaré satisfecho.
Mañana volvemos a vernos a las 22:30.

El regreso de los besos verdes.

@font-face {
font-family: «Cambria»;
}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 0.0001pt; font-size: 12pt; font-family: «Times New Roman»; }div.Section1 { page: Section1; }

Es como cuando en uno de esos días que estás a gusto en casa, aparentemente en calma, el típico día que no te apetece hacer nada, y va un amigo al que hace mucho que no ves y te dice, “oye, que si te vienes al cine, ponen una mítica de ese director…: Jander Klander”; incluso te suena de hace tiempo haber ido con él a ver una peli de ese tipo. Entonces te ves, de golpe en esa sala de cine, viendo una de esas pelis que sólo te hace pensar: “pero qué habré hecho yo para venir a ver este tostón… qué habré hecho yo para volver a cometer semejante error, con lo bien y a gusto que estaba en casa…” Pero existen motivos relacionados con la amistad, o con el orgullo, o con la estupidez, que te hacen permanecer frustrado en el asiento con un simple pensamiento que por repetición parece convertirse en un mantra tibetano: “no pasa nada, en un rato acabará”.
Pues quizá sea un breve resumen de cómo te sientes con esta especie de broma de peli de serie b en la que estamos metidos desde.
Guzmán se fue a la cama a las 21:00, una hora y media antes de la meditación para envolverle de azul, blanco, verde, rezos, Reiki, mantras y amor. Total, que cuando se durmió, Eva le notó algo caliente, le puso el termómetro y… 38,3º. Eran las 21:00, oncología estaba aún abierto; llamamos, hablaron con nuestro doctor. Y a urgencias con el cachorrito, con el recado de que le informaran cuando tuvieran resultados.
Se fue Eva, yo me quedé con Martina y desde entonces hasta las 2:00 a.m. los sms que recibía parecían un déjà vu de algo que empiezas a sentir como un mal hábito: muestra de mocos, crema Emla para que no le duela el pinchazo de la aguja en el port-a-cath, oscultación; – «descartemos algo bacteriano», – «veo unos puntitos en la garganta» – el niño tose – «¿desde hace cuanto tiempo lleva tosiendo?», – «desde hace un minuto”; 0:00, analítica, resultados negativos en la muestra de mocos… Y cerca de las dos de la mañana la analítica dice que parece haber un principio bacteriano de algo no demasiado específico, que si bien, las plaquetas y la hemoglobina bajas del otro día, hoy estaban mejor, los neutrófilos están por los suelos, que nuestro médico dice que nos tenemos que quedar y que probablemente este martes que viene, que nos tocaba empezar de nuevo, no será posible.
Total que aquí estamos otra vez, neutropénicos perdidos, con bata y mascarilla verdes, pero practicando Reiki sin parar y con ese mantra de “en un rato acabará” repitiéndose una y otra vez en el cerebro.

Un gigante en la ciudad

Hoy hemos pasado un día de acoplamientoen el hospital . El doctor ha pasado y nos ha comentado que lo más problabe es que nos quedemos no sólo hasta que le suban los neutrófilos, sino que empalmaremos después con el tratamiento que tenía que empezar este martes.
Así que mientras los demás nos vamos haciendo a la idea, y vamos asumiendo ésta entrada repentina en el hospital, y el tener que pasar la semana, semana y media allí, Guzmán sigue enseñándonos que no se trata de adaptarnos, ni de asumir nada, sino de entender y aprender que hay que estar donde se está, y ahora toca estar feliz, en el hospital.
Un gigante. Mi gigante.

Proyectando

Quiero cerrar los ojos y cuando los vuelva a abrir, verte sano, corriendo, feliz, contento, con tus rizos de ángel, con tu sonrisa, jugando con tu hermana, dando vueltas alrededor de un árbol, tirándome al suelo entre carcajadas, haciendo reír a mamá, y con un único síntoma de tu enfermedad enredándose entre nosotros: un leve recuerdo agridulce que se mece en el pasado.

Solo que me pasa una cosa, que cuando cierro los ojos, ya te veo así… ya te vivo así… ya lo siento así.
Hoy no quiero abrir los ojos.