Generalmente, todos pasamos por la vida sin apenas arañar un poco de su superficie, algunos logran penetrar esa superficie y muy pocos son los que pueden presumir de atravesarla.
Yo soy de los primeros, para bien o para mal gran parte de mi tiempo se destina a poder engrasar la maquinaria necesaria para que todo siga igual cada día, y rezo para que así siga siendo…
Sin embargo, hay ocasiones en que interrumpo dicha tarea, a veces premeditadamente y en otras debido a causas que se escapan a mi dominio. Y es por este último caso, el que yo esté escribiendo estas líneas.
El protagonista de este artículo es un cochecito de slot que se gestó una semana antes de su participación en un Open Nacional celebrado en la localidad de Torrejón de Ardoz.
Al guion original de participar en dicho evento se sumó la idea de poder decorar el coche con motivos de la fundación “Uno entre cien mil”, de esta manera podría dar publicidad a dicha fundación, así como poder subastar al término de la prueba el mismo y donar lo recaudado íntegramente a la fundación.
He de decir que se cumplieron todas las expectativas, es cierto que participé pero también lo es que no soy el sucesor de Fernando Alonso, siendo generoso puedo calificar mi pilotaje y clasificación final como de digna, que no es otra cosa que endulzar mi mediocridad al volante.
Pero aunque importante, por primera vez en mis quince años de participar en pruebas similares, lo que mejor sabor de boca me dejó no fue el disfrutar de mi hobby, sino el poder presumir del coche con el que disputaba la competición y cómo a todo el mundo que me preguntaba le explicaba el cometido y la misión del mismo.
Una vez terminado el evento, el coche cambio de propietario, con una pizca de tristeza y un puñado de orgullo en mi corazón.
Mi nombre no es importante, pero sí el de los papas de Miguel: Raúl y Sonia, gracias a ellos he descubierto valores en mí que estaban sepultados bajo múltiples capas de sedimentos, y son ellos los culpables de que en esta ocasión dejara de engrasar la maquinaria…
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Comentarios
Nunca dejaré de halagar tu constancia, fuerzas y admiración; como te reencuentras cada día con los caminos de la adversidad. Lo que has logrado mi querido amigo José, es realmente maravilloso y no hay forma de ponerle un calificativo especial. Solo UN PADRE Y UNA MADRE CORAJE (representando a todos lo spapas que pasan por lo mismo) pueden lograr todo esto. Desde Argentina toda mi apoyo y admiración. Un abrazo muy fuerte que haras extensivo a tus tres amores. Te quiero a la distancia
Beatriz