Por Rocío Moreno
Parece que la rueda está a punto de dar la vuelta completa. Diciembre se nos va fugando del calendario y 2015 pide su último gin tonic.
Supongo que aquí sentados, a media luz, tú con tu sonrisa y yo con mis medias gastadas, es hora de hacer balance. Pídete otra, que a la ronda invitan.
Qué fácil ha sido quererte. Qué de historias nos hemos colado el uno al otro. Yo te llené de noches y tú recuperaste mis días. Te quise y te quiero... Por eso me duele que finalmente vayas a ser un recuerdo. He tapizado de ideas mi cabeza gracias a tus mil formas de explicarme las cosas. Has sido mi mentor, mi guía... A veces mi paño de lágrimas. Me ha gustado verte amanecer temprano, a mi lado, sabiendo que estarías cerca. Cuidarte. Honrarte. Respetarte. Amarte.
Soy terca.
Admito que has colaborado en esto de hinchar mi paciencia. Pero soy cabezota, obstinada, como sólo saben serlo los soñadores. Me has volatilizado las ansias cuando me despertaba gruñona y me empeñaba en creer que
nada valía la pena. Pero lo sabes, lo sabes igual que yo, que todo merece las ganas. Merece las ganas calzarte tacones las noches de vicio. Comerte las sopas de letras que se escriben entre líneas. Abrazar a los que se mueren de miedo... También, a los que se mueren de envidia, porque sólo así probarán la riqueza de las almas. Robar las últimas horas en un colchón lleno de amor, lleno de promesas, lleno de un tú todopoderoso, todoperforado y bello.
Me has dado todo. Y todo te lo he devuelto. Ha sido un
quid pro quo improvisado, de esos que emanan de las cosas bien hechas. Mi abuela decía que lo bien hecho, bien parece. Y parece que el bien es el mejor de los manjares. Me has empachado de aliento. A veces, me lo has robado. Me has barnizado el terror para que se escurriera escaleras abajo. He subido los peldaños que me has pedido... Y debo admitir que desde aquí todo se ve más fácil.
Toda mi nueva sabiduría te, la reconozco.
Dame la mano. Fue bonito. Duró hasta hoy. Y durará mañana en mis pensamientos.
Eres el recuerdo más delicioso que existe. El recuerdo que conecta con algo ancestral en mi. Me conectas con lo puro, siempre lo has hecho. Y aunque la pureza parezca débil, me enseñaste lo que esconde. Las palabras son la fuerza y la matriz de lo que se verá nacer. Lo puro es lo que no cabe en esas palabras: lo que ha sido por siglos y existirá así nos vayamos más pronto que tarde.
Te dejo mi tarjeta. No la de visita, sino la de presentación. Porque en unas horas morirás. En unas horas serás el Fénix. En unas horas tu verdad saldrá hacia afuera y me retocará por dentro. Volverás a nacer, con el mismo brillo que hace un año lo hacías.
Te recogeré en mi diario. Te veré reflejado en cada espejo en que me mire. Y te esperaré con el corazón encogido después de las doce uvas. Será un placer reencontrarte más allá de la Puerta del Sol, los deseos de Año Nuevo y las botellas de champán.
Porque de nuevo, en 2016,
volveré a sentirte, vivirte y encontrarte donde haya flow. Nuestro flow. El que tú y yo creamos cada día. Porque tú y yo somos la misma cosa.
Feliz nuevo año. Feliz nueva vida.
Felices 365 aventuras.
Y que cada respiración sea un buen augurio, familia.
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