Valeria tiene 3 años y unos ojos que lo dicen todo. Hace justo un año estaba en la playa, jugando en la arena y en el mar. La única preocupación era saber que tenía bastante protector solar y que ese pelo rubio no se enredara.
Hace 8 meses, los papás de Valeria recibieron el peor de los diagnósticos y un millón de preguntas que se redujeron a una sola: ¿mi hija va a vivir? Consultaban en internet, buscando argumentos a los que agarrarse, casos de niños que se curaban, y encontraron Unoentrecienmil y esas historias de esperanza y alegría. Apenas tardaron unos días en decidir que la respuesta era sí, Valeria viviría y ellos cambiarían para siempre.
Empezaron los tratamientos que marca el protocolo, mezclados con unicornios, estrellitas, hadas mágicas y música infantil, y sobre el pensamiento de Natalia, su mamá, rondaba sobre una idea:
“Jamás pensé que esto podría pasarnos.
Y jamás que una niña tan pequeña pudiera pasar por tantas cosas. Ella nos da lecciones todos los días, cada uno de los días desde hace 8 meses”.
Valeria vive en Utebo, una villa cerca de Zaragoza. Allí se conocen todos, y la ausencia de Valeria en el parque y en las calles corrió como un rumor sólido y desconcertante. La niña linda de pelo rubio tenía leucemia. La noticia sorprendente hizo que cientos de personas de Utebo se preguntaran qué era eso, cómo podían ayudar, y así se lo hicieron saber a Natalia. Lo que necesites. Lo que quieras. Lo que haga falta.
Natalia cuenta que para ella fue el primer contacto con el cáncer infantil. Para ella y para muchas de las personas que la rodean. Y fue consciente de que había que quitarle penas y dramas al asunto de que su hija estuviera enferma, a pesar del miedo. Su hija, como tantos niños que padecen cáncer, son niños normales, sin nada diferente a los otros salvo que están enfermos. Y enfocarse en que esa enfermedad se va a superar, confiar en la ciencia que salva vidas, en los médicos que los atienden, y en que esos tratamientos tan difíciles son el tránsito a una vida sana, donde retomar los quehaceres y las rutinas como volver al cole, pasear en la feria de tu pueblo o peinar de nuevo unas coletas.
Lo que sí está claro es que estos niños son personas increíblemente fuertes. En sus cuerpos pequeñitos se esconden titanes que nos llenan de fuerza y alegría en los momentos duros. Natalia sabe que Valeria le ha transmitido una valentía y un coraje que jamás pudo imaginar.
“Yo cuido de mi hija, pero ella es la que me guía, la que me enseña miles de cosas que antes nos pasaban desapercibidas”.
“Me di cuenta de que, si algo no te toca de cerca, parece que no sucede, que esto es cosa de otros, pobres familias esas otras… hasta que esa familia eres tú”
Y es que a menudo, del cáncer infantil no se quiere hablar, es un tabú que negamos, no vaya a ser que nos toque. No mencionarlo hace tener esa pueril sensación de que nunca nos va a alcanzar.
Han sido 8 largos meses de recorrido, con muchos sufrimientos y dolor.
Pero ahora vuelven a sonreír. Valeria ha terminado sus goteros, y aunque aún quedan intratecales y jarabes en casa, todo ha cambiado, todo tiene un sentido, todo sucede para algo.
“Vivimos el fin del gotero como un punto de partida a una vida nueva, más bella”
Este es el #GoldenDay de Valeria, el día más brillante del año. El principio de una vida luminosa y plena.
Valeria, sigue haciéndonos disfrutar de tus bonitos ojos y tu sonrisa preciosa. Aún te queda camino por recorrer, pero la esperanza es un motor increíble para conseguir que te cures.
Tú eres el ejemplo resplandeciente de los que son Unoentrecienmil.
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