Hoy, 15 de marzo de 2022, el final es el principio de todo.
Los niños y niñas enfermos de cáncer necesitan una infancia sin efectos secundarios. Poder jugar al escondite, ir al parque, subir a los columpios, saltar en los charcos, nadar con sus amigos…
Gracias al empuje de Cristina Mitre y sus Mujeres que corren, Unoentrecienmil otorgó una beca de investigación para demostrar que la realización de ejercicio físico mejoraba la calidad de vida de los pacientes de oncología pediátrica. Los beneficiarios de esta beca fueron Alejandro Lucía y Carmen Fiuza. Por un importe de 63.000 euros, este proyecto tenía como objetivo determinar los efectos de un programa de ejercicio físico sobre la respuesta fisiológica, inmune y tumoral en pacientes pediátricos con cáncer.
Nos acercábamos, por primera vez, a un estudio que afectaba a tumores pediátricos sólidos, y al cáncer infantil en general, puesto que los participantes en esta investigación fueron niños con neuroblastoma, meduloblastoma y supervivientes de otros tipos de cáncer pediátrico. Esto amplió nuestra visión de la curación plena: abrió la puerta a otras realidades, otros motivos y nuevas preguntas.
El fin del proyecto confirmó que un programa de actividad física en niños con tratamiento oncológico es beneficioso para ellos, para sus familias y para el sistema público de salud. Con datos empíricos y evidencias científicas. Con una esperanza increíble por lo que está por llegar
Y entonces todo cobra sentido:
Estas preguntas se fueron respondiendo para que hoy podamos estar en La Paz brindando por haber respondido a todas.
Han sido tres años hasta llegar al día de hoy. Y en este tránsito, han colaborado muchas personas con distintos perfiles profesionales. Estos profesionales han tejido una red de creación, trabajo y pensamiento para poder alcanzar la mejor manera de dar respuesta a cómo ayudar a acelerar la curación del cáncer infantil.
Cuando leímos las hipótesis de trabajo de Alejandro Lucía y Carmen Fiuza, buscamos hacer factible el impacto que este estudio podía generar de manera real y al alcance de la mano en todos los niños y niñas con cáncer infantil.
Con el objetivo de dar forma al modelo de investigación y a la aplicación clínica en los pacientes, necesitábamos conocer:
Para saber de la mejor manera posible cuales eran esas necesidades, de la mano de Innuba, que lideró este proceso de diseño e innovación, contamos con un equipo multidisciplinar especializado en investigación, medicina y antropología. Más de 30 intervinientes, de todas las edades, en distintos espacios y lugares, y con un único fin: acelerar la curación del cáncer infantil.
De ese trabajo surge un prototipo de servicio terapéutico, cuyo corazón es un espacio físico en el que se promueva el contacto directo entre pacientes y profesionales clínicos con los investigadores. Así se facilitará un flujo adecuado de información sobre las necesidades de cada uno de ellos, así como la observación de la realidad que envuelve al paciente.
Para hacerlo realmente implantable y escalable, era imprescindible diseñar una herramienta digital que permitiera, por un lado, recoger los datos de las rutinas de ejercicio de los pacientes, y por otro, permitir el flujo y tratamiento de estos datos para los investigadores.
Entra en el proyecto el estudio de arquitectura Murado&Elvira, que en un ejercicio probono diseñan el espacio físico donde nuestros niños y niñas van a hacer sus rutinas de ejercicio para mejorar su movilidad, su fuerza y su actividad cardiovascular.
Con materiales sostenibles, cálidos y luminosos. Maderas, cristales, colores… todo un mundo, dentro del espacio hospitalario, donde poder compartir tiempo con otros niños y niñas de su edad.
Los fondos que van destinados a la Aceleradora desde sus orígenes han venido de dos fuentes, que han conseguido el 60% de la inversión: el portal de retos solidarios Unoentrecienmil y las empresas y entidades colaboradoras como Nationale-Nederlanden, Fundación Adey, Fundación Entrecanales, KIA, Novartis y Logicor.
Como decíamos al empezar, el final es el principio. Necesitamos un último impulso para poder cubrir el 100% de los costes del proyecto y que los niños y niñas dispongan de las mejores herramientas para acelerar la curación del cáncer. Para que vuelvan a jugar al escondite, ir al parque, subir a los columpios y saltar en los charcos.
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